El otro día la primavera me despertó de un codazo. Se lo traduzco. Resulta que, con el tiempo que nos está haciendo, la pobre primavera estaba helada de frío y en el transcurso de la noche se había colado por debajo de la puerta de mi casa y se había acurrucado a mi lado en la cama. Imaginen el susto que me llevé al encontrarme por la mañana a una señorita la mar de atractiva acostada a mi lado cuando la noche anterior yo me había ido a dormir solo.
Seguir leyendo...