Les
cuento. Hoy vengo a hablarles de una perversión que tengo. Una perversión que me hará alcanzar las más
altas cotas de desprecio entre mi entorno social, que avergonzará a mi madre,
que incluso la hará llorar y ganarse las miradas de reproche de sus amistades,
las cuales se plantearán qué clase de educación le dio esa señora a su único
hijo.
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