Si la navidad me da asco
no es porque yo sea un amargado. Es más, si me dejan pensar un poco, la navidad
como tal no me provoca asco, lo que me repele es la impostura de la felicidad
que implica esta época, ese presumir de todo lo que se tiene y de lo que se
quiere, que viene a ser como vivir en Instagram pero sin poder cerrar la
aplicación.