El 30 de octubre de 2019 les escribí la primera parte de este artículo, en el que les comentaba la nula rentabilidad del fútbol femenino, la ausencia de patrocinadores (pese a que su liga tenga el nombre de una empresa suministradora de energía), la escasez de sus audiencias y que todo ello, bien agitado, suponía la no-generación de recursos propios.